entrenando en el bosque (priv kiyomi okamiya)

Golpea corta y destroza, golpea corta y destroza, así parecía ser aquella tarde en la que la que profesor Kuro se había decidido en ir a entrenar al bosque de la academia. Si había algo que disfrutaba era a ir a lugares solitarios para entrenar, como cascadas, bosques, campos y montañas. Lo más cercano a naturaleza que allí había era el bosque que pertenecía al territorio de la academia vera cruz, así que se enlisto a ir hasta allá.

Una vez hubo encontrado en claro en medio de aquel profundo bosque, se despojo de sus ropajes, quedando solamente con su pantalón, sus botas y su torso desnudo. Estando ya así, con sus sellos en sus brazos al descubierto, el profesor tomo un bisturí que se encontraba en su bolsillo y rajando su brazo derecho, el sello del mismo comenzó a brillar. Luego de esto, hizo lo mismo con su brazo izquierdo, cuando ambos sellos estaban brillando, sus ojos se opacaron, su respiración se acelero un poco, al igual que los latidos de su corazón. De pronto y son dolor alguno, dos navajas de color rojo y de apariencia sólida, comenzaron a salir de sus sellos, las mismas no median mas que la mitad de su brazo. Cuando sus poderes ya estuvieron liberados se acerco a una roca grande que se encontraba en aquel claro y comenzó a golpear la misma con sus nudillos, a la par de que la misma comenzaba soltar escombros y a romperse

Estuvo algunos segundos mas golpeando aquella roca hasta que la misma se partió en pedazos. Cuando se hubo roto, Kuro tomo uno de los escombros, lo lanzo al aire y antes de que cayera con un rápido movimiento la roca fue cortada en dos con una de sus navajas. Cuando ambas mitades cayeron al suelo el profesor se agacho para tomar ambas y observar el corte. Pasando sus dedos por la misma sonrío a medio labio.

-es un corte liso, perfecto-

De pronto, un sonido de una rama que se rompía como si alguien la hubiera pisado interrumpió su concentración. Kuro sonriendo a medio labio tomo el pequeño escombro y lo arrojo contra los arbustos para ver como reaccionaba lo que estaba alli.

Tras las primeras clases en la academia, sin duda me estaba gustando mucho este lugar y estaba segura de que conseguiría algún día ser una gran exorcista, una Doctor magnífica. Tenía muchas ganas de aprender cosas nuevas cada día, pero la clase que menos me había gustado había sido la de Watarigarasu-sensei. Bueno, no es que no me haya gustado, es que la encontré extraña y algo aburrida, además de que Aura se lastimó la cola. Menos mal que yo no poseía una. Me toqué mis cuernos con un suspiro. No me desagradaban, pero llamaba mucho más la atención con ellos y no es que me gustara mucho llamar la atención, me había metido en muchos lios por llamar la atención a lo largo de mi vida.

Estaba algo cansada del primer día de clases, aunque emocionada, podía notar como un extraño mariposeo en mi estómago de pura ilusión por ser exorcista. Estaba a punto de anochecer, así que antes de la hora de cenar decidí salir a que me diera un poco el aire y así poder a la vez inspeccionar y conocer la academia. Me escabulli a los exteriores, pues el interior de la Academia Vera Cruz ya lo tenía visto y mis pasos me llevaron hasta el bosque. No me daba miedo, era una medio demonio, era muy fuerte. De repente, escuché como unos golpes y me quedé quieta, analizando que podía ser, entonces caminé hacia el lugar del ruido, y me quedé escondida entre unos matorrales.

Vi que el causante de esos ruidos era el profesor Watarigarasu. Por primera vez, me fijé en su buen estado fisico, aunque claro, se podía notar mucho mejor así, sin camiseta, con todo el torso desnudo. Sentí como si mi sangre hirbiera e intenté controlarme. Si, lo mejor sería que me quedara donde estaba, observandole desde aquí y que en un rato me fuera... Si... Bah! lo mejor sería que me fuera. Intenté alejarme de allí con sigilo, pero pisé una rama y al parecer el profesor se dio cuenta. Mis instintos me decían que algo había tirado hacia mi así que salté rodando y quedé con una rodilla apoyada en el suelo, afuera de los arbustos.

- ¿¡Estas loco o algo por el estilo!? -Le grité. Me había asustado y ¿a que venía tirarme aquello? Me estaba cabreando, aunque no podía evitar fijarme, ahora más de cerca, en su torso desnudo..

Lo que se encontraba escondido en aquellos arbustos se trataba de una de sus estudiantes, la adorable pero regañona kiyomi okayima. La cual le había regañado por haber arrojado aquella piedra contra los arbustos, aunque la misma no le había lastimado, tan solo la asusto. Estando ya las dudas aclaradas de quien era el que estaba entre aquellos arbustos, el profesor se dispuso hacia ir hasta donde la muchacha estaba, una ves frente a ella se agacho y le estiro su mano para que la misma se pudiera levantar de donde estaba. Una vez hecho esto y estando ambos de pie, el sensei, Kuro watarigarasu, le miro intrigado, aun con sus espadas sangrientas desenfundadas.

-que te traía por el bosque pequeña?-

Dijo con una sonrisa amable pero seria, la cual solo expresaba con las personas que tenía un cierto trato cordial o se llevaba bien, por así decirlo. Coloco su mano sobre la cadera de su alumna, mientras aun la sostenía y le observaba con aquella sonrisa. Aunque tuviera el olor que poseen los demonios, su sangre olía diferente aquel instante, como si se encontrara alterada o estimulada por algún motivo. Además de aquello, su mirada se veía diferente, al igual que su sangre, pero Kuro ignoro esto ya que pensó que se encontraba mal por algo, prefirió no preguntar, no inmiscuirse en temas emocionales ajenos era su lema. Algo apenado, por lo que había hecho anteriormente, Kuro le miro y riendo leve y algo avergonzado dijo.

-perdona por arrojar aquella piedra, quería ver de quien se trataba-

Por poco me partía la cabeza en dos ¿y solo me pregunta que me trae por el bosque? Este hombre me irritaba de una manera inmensa, no podía evitarlo, era verle y me ponía de mal humor, pero a la vez estaba experimentando una cierta atracción en mis instintos de sucubo que no quería que fuera más allá. Ya tenía bastante con que mis instintos nublaran mi razón cuando estaba cerca del idiota de Mephisto como para que me pasara ahora con Watarigarasu sensei. No, no iba a volver a sucederme, no con él.

- Decidí salir a pasear y explorar y llegué hasta aquí... -Le respondí aun así, obediente, como una buena alumna, pero con la sangre hirbiendome por dentro tanto de enfado como de excitación. Me fijé en las cuchillas rojas que le salían de los brazos y no me sorprendí, habían exorcistas que tenían esta clase de cualidades. Me dejé ayudar a levantarme, pero en eso que me di cuenta de que pasaban los segundos y aun no me soltaba de la cintura, haciendo que quedaramos más juntos de lo que yo pretendía. Tragué saliva por ello, y con un grandísimo esfuerzo me solté de su agarre y crucé mis brazos contra mi pecho, de forma cómoda mientras escuchaba como se reía ¿algo avergonzado? ¿este hombre poseía de vergüenza? Nah, serán imaginaciones, Yomi, si, imaginaciones.

- Pues antes de atacar asegurate.. No se que hubiera pasado si no me hubiera apartado. -Le repliqué con un suspiro. Sin embargo me sentía sorprendida de que se hubiera disculpado, aunque era lo normal en estos casos ¿no?- ¿Y usted que hacía? -Le pregunté directamente, con educación, pero directa como el grano.

Su entrenamiento había sido interrumpido por la presencia de su alumna, la cual ahora se encontraba conversando cándidamente con el, no es que le molestara aun así ya había logrado lo que quería, ocasionar un corte liso el cual estaba manifestado sobre la roca de aquel claro, la que ahora estaba reducida a meros escombros, los cuales planeaba cortar. Ahora su entrenamiento había terminado y estaba algo cansado, además de que su cuerpo o lo que se veía del mismo, se encontraba húmedo por la transpiración de haber cortado aquellas rocas con los puños y sus sables sangrientos. El sensei coloco sus manos sobre los hombros de su alumna y comenzó a caminar hacia un árbol, provocando que ella retroceda a la par de que el avanzaba. Teniéndola ya acorralada contra la pared, el sensei le miro y sonriendo de lado, observando fijamente los orbes de su pupila dijo.

-tan solo entrenaba, pero eso ya no importa-

Al parecer la cercanía, o eso se daba cuenta el, provocaba un efecto extraño en ella, como si su sangre se alocara cada vez mas. No sabia si era porque su parte de súcubo, como ella lo había mencionado la vez que se habían conocido durante la primer clase o por un motivo x que el llegara a desconocer. Al escucharle decir la frase “no se que me hubiera pasado si no me hubiera apartado” el profesor tomo de la mano a su alumna y mirándola a los ojos, seriamente y entrelazando sus dedos con la mano de ella, Kuro musito, diciéndole.

-creo que yo me hubiera puesto triste, si te hubieras lastimado por mi culpa-

-¿Eh? -Exclamé levemente cuando noté las manos de Watarugarasu sensei en mis hombros y luego me puse nerviosa cuando él comenzó a caminar en mi contra por lo que yo acababa retrocediendo por su propia voluntad. Podría haberme zafado de ese agarre, pero me sentí débil en ese momento sin poder dejar de apartar mi mirada rojiza sangre de la suya, la cual tenía un ojo tapado por un parche. De repente sentí algo chocar tras mi espalda y al mirar arriba vi que me había acorralado contra un árbol. ¿Que estaba haciendo el sensei?

- Entrenar... está bien... -Si, estúpido, pero fue lo unico que pude decir, no es que estuviera nerviosa, sino que estaba juntando cielo y tierra para que mis instintos no dieran paso a mis poderes de sucubo, esos malditos que me dio en herencia de genes mi maldita madre. Abrí los ojos, volviendo a mirarle, cuando noté como cogía mi mano derecha y entrelazaba nuestros dedos de una forma que aunque nunca lo había experimentado sabía que era un contacto demasiado cercano. ¿Que se hubiera puesto triste? ¿Por que? Si era una alumna, pero no nos conociamos mucho como para que le diera tiempo a entristecerse por si algo me pasara.

- ¿P-por que se hubiera puesto triste... sensei~? -Le pregunté, sin querer, cediendo un poco a mis instintos los cuales comenzaban a liberar las feromonas especiales que poseía, las cuales sin pdoer evitarlo atraían a cualquier hombre que me mirara, pero ya sabía que eso era algo que para mi sorpresa no funcionaba con Watarigarasu sensei. Por lo que no creo que estuviera interesado en mi, es mas, seguro que todo esto lo estaba malinterpretando.

El profesor sonrío levemente, al escucharle hablar a la par de que el aire del claro o eso lo olía el, comenzaba a llenarse con una sustancia de olor dulce, la cual a veces el podía captar aquel aroma en su estancia durante gehenna. Aun con sus dedos entrelazados, Kuro comenzó a acariciar la mano de su alumna, a la par de que comenzaba a acercarse lentamente hacia su rostro, fijando sus orbes de color gris sobre los orbes rojizos de kiyomi, cuyas mejillas se encontraban levemente enrojecidas y el desconocía el motivo por el cual lo estaban. Acercándose más y más a su rostro, hasta posar su frente suavemente sobre la de la señorita okamiya, el sensei watarigarasu murmuro levemente mientras acercaba sus manos hasta colocarlas sobre las caderas de su alumna.

-porque… seria un desperdicio que tan bonito cuerpo se lastimara por una piedra-

Una vez terminada la frase, el profesor acerco sus labios a los de su alumna y los rozo levemente, para luego apartarse y volver a la posición en la que estaba, mirándola a los ojos y posando su frente sobre la de ella. Aun con la mirada fija, el profesor volvió a murmurarle, diciendo.

-deberías de aprender a controlarlos, aunque huelan demasiado bien-

Refiriéndose a sus poderes de súcubo, los cuales estaban desatándose levemente pero incrementándose cada vez más a medida que el tiempo transcurría en aquel claro. Como profesor era su deber indicarle esto, ya que al ser una demonio debía de aprender a controlar sus habilidades y solamente utilizarlas cuando le sea necesario, en batalla.