Ya era hora no? {Priv. Marshal}

-Vete a la mierda!-grité por los pasillos de la Academia a un profesor humano que había por ahí. Hacía varios días que no me llamaban la atención por el lugar y no me habían castigado, además que había profesores, y gente ajena al personal que me felicitaba por mi comportamiento, ya que siempre montaba algun follón casi cada semana, sinceramente no hacía nada durante este corto periodo de tiempo porque no tenía a nadie para hacerle algo, así que me planteé insultar un poco al profesor humano que estaba en la aulas comunes, y bueno, así lo hice.

Salía de mi habitación antes de hacer eso y bajé hasta la aula mencionada y como no había nadie no sabía a quién provocar un poco, pero mi vista se alegraba cuando vi al profesor que acabo de mandar a la mierda. Antes de eso le había soltado un “Vaya~ estas tan desesperado que te lo montas con las paredes de la academia” y entonces me contestó diciéndome que no tenia modales y que me mandaría con el director, y le contesté un cercano y cariñoso “Vete a la mierda!”.

Estallé de risa cuando corría por los pasillos de la planta para esconderme en alguna sala que estuviera abierta y así asegurarme de que no me siguiera y que si lo hacía, yo tenía un lugar donde esconderme. Así que me encontraba corriendo por los pasillos buscando un sitio para esconderme de ese profesor.
Llegué al pasillo de las aulas y como seguramente no pensaría entrar en una por pura iniciativa, decidí esconderme en una de estas. Abrí la puerta rápidamente y me senté en la mesa del profesor, la puerta se cerró sola y así aproveche para esconderme unos segundos, porque después de esto, se abrió la puerta. ¡Mierda!, pensé. Me habrían encontrado.

Mierda, mierda y mierda!, pensaba. El pomo de la puerta se estaba girando poco a poco, seguro que el maldito profesor ya estaba pensando en el castigo que me iba a poner. Suspiré resignándome y preparándome para el sermón que pudiera darme, pero cuando se abrió la puerta no había ningún profesor humano, ni mucho menos, lo que estaba delante de mis ojos era un chico, vamos, digo yo, un alumno.
Torcí mi labio y entrecerré los ojos. No entendía porque estaba ahí y me sorprendía que hubiera entrado justamente al aula donde yo me encontraba, quizá me habría seguido, o también me habría visto insultar al profesor y por eso había venido a la clase, para que me descubriera y me castigaran.

Y como no suelo darle muchas vueltas a las cosas, ya me había hecho a la idea de que este chico, de aspecto bastante interesante, venia para descubrirme. Y mis sospechas aun aumentaban mas cuando me dedico un “Te encontré”, encima sonreía, debía tener un plan para entregarme y así llevarse todo el merito él.
Entonces escuche unos pasos venir hacía la clase, y el chico cerró la puerta, y dijo de esconderme. Pero hice caso omiso, ya que mis dudas empezaban a abrumarme. Quizá no me quería entregar, pero no quería deshacerme de mis suposiciones, a lo mejor luego se lo diría al director y sí que me caería una buena.

Entreabrí mis labios para preguntarle un par de cosas antes de hacer nada, pero su dedo índice se puso en mis labios, significaba que debía callarme, así que alomejor me estaba ayudando… Pero no quería darle el visto bueno tan rápido, además que ese guiño me había producido un escalofrió, no sabía de qué pero no me había molestado mucho.
No lo podía ver muy bien y como debíamos hablar en susurros, entreabrí mis labios y alcé mis cejas. No sabía que decir, pero tenía algo pensado para ir improvisando y además para tantear un poco al chaval, no lo veía bien pero quería conocer el carácter de este, porque por lo que había hecho hasta el momento tenía un carácter interesante.

Entreabrí mis labios un poco más, rozando con la piel del dedo del chico y saqué mi lengua lentamente para que no se diera cuenta y le pegué una suave lamida al dedo de él. Mi lengua llego hasta la punta de su dedo y sonreí para susurrar:
-¿Eres un demonio, cierto? –pregunté y luego quise advertirle de que si hacía algo entregándome al personal de la academia acabaría bastante mal: -No se porque estas en esta sala, pero como vayas contando por ahí lo que acabas de ver, puedes tener por seguro que te haré la vida imposible mientras estés en esta puta academia~-dije canturreando. Nadie podía jugar conmigo~

Mi sonrisa se mantenía a pesar de que no podía observar bien el rostro del mayor, porque supuse que el chaval seria mayor que yo.
Quería ver la cara que se le quedaba por la lamida, que al parecer no rechazó. Bien~, pensé. Me mordí levemente el labio inferior cuando bromeo con su verdadera identidad. Se quedó callado un momento dejando los pasos del profesor que yo había insultado antes de sonido de fondo. Y cuando ya se podía hablar en un tono normal el chico lo aprovechó, y no solo para contestar a mi acusación, si no para tomarme del mentón con una sonrisa picara, muy similar a las mías, lo que hizo que llamara mi atención.

Respondí con una sonrisa igual que la del chico y cuando estaba a punto de contestar su pregunta, más que obvia, siguió hablando. Así que interesante no?, al menos sería mi anterior merito de insultar a alguien. Pues vaya cosa, si le interesaba solo eso de mí por el momento, quizá le diera algo cuando descubriera mi comportamiento al completo.
Una risita salió de mi boca y le cogí de la muñeca para apartar su mano con un movimiento seco, y cuando estuve libre de su agarre seguí riendo cuando recordé que había recalcado ese “puta” que había mencionado antes.
Mis carcajadas cesaron y me limpie con el dorso de mi mano la lagrimilla que caía por uno de mis ojos, sí, mucha risa me había producido el comportamiento del chico. Pasé mi mano al piercing de mi labio y lo mordí con mis dientes para luego encaminarme a la mesa del profesor que estaba justo al lado y me senté encima de ella.

Sonreí con malicia y bastante orgullo y dije:
-Entonces, ¿te intereso yo?, ¿o mis insultos y vaciladas?-pregunte sacando levemente mi lengua para hacer como una cría de 3 años. Y para no ir por la academia sin que me conociera decidí presentarme:
-Soy Gretel Beilschmidt, si quieres tener problemas y meterte en líos, además de insultar a todo dios cuando te de la puta gana… llámame o ven a los dormitorios, aunque no tenga aun habitación~-dije entrecerrando los ojos como si de una compradora se tratase. Ese comentario había sonado a anuncio de televisión pero más que nada me producía a mi más gracia que a cualquier que lo escuchara.

Arqueé una ceja al escuchar el interés que el pelinegro tenía hacia mi, en parte no me quería emocionar demasiado porque se me notaria bastante, pero no pude reprimir una sonrisa de “felicidad” por diminuta que fuera, me gustaba que la gente se interesara por mí, vamos, por mi carácter, porque la mayoría de tíos iban detrás de esas chicas rubias y perfectas que alegraban la vista a cualquiera.
El chico se sentó en un pupitre y giré mi cuerpo sentado en la mesa del profesor para seguir mirándole de frente, sonreí con malicia cuando escuche el comentario del chico. Así que más que lo que le ofrecía, eh~; y aun más me interesó el chico cuando dijo eso. Además que al parecer también estaba sin habitación. Perfecto~, pensé, quizá conseguiría llevármelo alguna vez a mi cuarto si conseguía ponerme al lado de su habitación y sin rodeos se lo dije descaradamente:
-Haah~ cuando la tengas, me dices tu numero de habitación. Quiero conseguir una habitación cercana para pasarme de vez en cuando alguna noche~-dije mordiéndome el piercing de mi labio otra vez.

Noté la mirada del chico en mis ojos y le sonreí con picardía mientras almacenaba su nombre en mi cabeza. Marshal~ no creo que lo olvide, pensé. Tenía ya ganas de ver el rostro del chico, aunque estaba bastante oscuro y no me desagradaba del todo, pero quería observar su aspecto y de paso que me viera por completo, así que miré una de las persianas de al lado de la mesa del profesor donde me encontraba, y como no estaba bastante lejos de mi alcance me levanté poniéndome de pie encima de la mesa, y me acerqué al borde para estirar la cuerda de la persiana y alzarla por completo, llenando con luz la mitad del aula.

Ahora sí que podía admirar el aspecto de Marshal, abrí levemente mis ojos y me volví a sentar en la mesa para mirarle de frente y acto seguido me relamí los labios admirando la piel del chico además de los piercings que tenía en las orejas. Interesante si señor, un buen partido además. Le sonreí y decidí seguir hablando, para sacar conversación y de paso tontear un rato, como no~
-Encantada Marshal… y ahora que puedo verte, no sabía que había chicos como tú por la academia, has llamado mi atención~-dije sacándole la lengua levemente.

Nunca me había parado a pensar que podría compartir habitación con un chico, quizá fuera una idea esplendida pero también se me cruzaba una idea negativa por la cabeza; me imaginaba que estaría por la noche con el chico demonio dando de lo nuestro, y que hubiera otra persona ajena a la habitación que nos cortara el royo, aunque si era alguien que me interesara mínimamente, tal vez, y solo tal vez porque dudo que teniendo ya a alguien me tire a otra persona, pudiera tener sexo a pares.

Pero por el momento no me interesaba tener a dos personas, con una tenía más que suficiente, así que sonreí y asentí:
-A mí no me va lo fácil, pero quiero tenerte cerca, así que por mí, lo que tú quieras~-dije canturreando y dando ya por hecho que había conseguido al chico como compañero de cuarto, a menos que este ya tuviera a alguien en mente o rechazara mi oferta, porque si la rechazaba ya podía hacer hueco en su cama para mí, porque me pasaría muy a menudo.

Después de que la luz nos iluminara a ambos, contemplé como el chico me observaba y le sonreí de medio labio con mi peculiar sonrisa. Me crucé de brazos escuchándole y reí suavemente para contestarle “amablemente”:
-Haah~ eso no lo he dudado ni un segundo… Pero me extraña, que no seas de esos tíos que van detrás de las típicas crías cortas de mente y que son peores que, que te escupan en la cara-dije con mi habitual tono de mofa, pero seguí con mis comentarios:
-Y como me has “sorprendido”, ya tienes un punto a favor-dije articulando y haciendo comillas con los dedos en la palabra sorprendido.

Marshal se volvió a sentar en la silla del pupitre donde se encontraba, y yo me trasladé al borde de la mesa del profesor que estaba más cerca de la mesa del chaval. Se apoyó en su mesa y bromeó con su típico tono de voz.
Reí por el hecho de que me llamara profesora, ya que antes yo había insultado a uno. Me acerqué a su pupitre y apoyé mis codos en la mesa, muy cerca d él, y mis manos sostenían mi cabeza.

Me mordí mi piercing otra vez, intentando tentarle y le contesté con voz aterciopelada:
-¿Te parece que hagamos lecciones de lengua~?-dije sacándole mi lengua viperina para seguir con mis “lecciones”
-Aunque si quieres pasar directamente a las clases de matemáticas, podríamos jugar con el 1 y el 0-dije separando mis manos, y en mi izquierda estirar mi dedo índice, simulando un 1, y en la derecha formar un círculo simulando un cero. Aunque todo lo que había dicho, tenía un perfecto doble sentido.