Helter Skelter {Libre}

La personas que visitaban el parque ese día no podían evitar observar a la jovencita que cargaba con un osito de felpa que había ganado en una rifa y con la cinta de un globo rojo atada a la muñeca de su mano izquierda que paseaba sola por las atracciones del sitio de entretenimiento.

Aquel día libre había decidido ir a pasarlo al parque ya que nunca había ido a uno tan grande y con tantos juegos. Las ferias que llegaban a Izumo, aunque divertidas (Mia no lo negaría), eran bastante rústicas y simples. Lo que veía ahí era nuevo, emocionante y fascinante, y la chica no podía imaginarse tomando un descanso. La adrenalina la empujaba a querer seguir subiéndose a los juegos sin pausa alguna. La pelirosa se colocó en la fila para el juego de las tazas de té que giraban, por suerte la línea no era muy larga y no tuvo que esperar mucho para llegar al sitio donde se encontraba el hombre que permitía el acceso. El hombre en cuestión alzó una ceja cuando la vio aproximarse. -¿Otra vez por aquí? Ya es la cuarta vez desde que llegaste cuando el parque abrió.-

Al darse cuenta que le hablaban, Mia bajó la cabeza con actitud de pena. De su cartera, la cual llevaba cruzada, sacó una pizarrita blanca y un marcador, y rápidamente garabateó un mensaje.


El hombre leyó el mensaje y se rascó la nuca. -No, no. No te disculpes. Está bien que te guste... yo sólo decía porque hay m... No, no me hagas caso pequeña. Adelante, pasa.- Dicho esto le permitió el paso. La pelirosa hizo una reverencia, siempre evitando la mirada del guardián y se encaminó hasta una de las tazas del fondo. El hombre la vio subirse nuevamente al juego, y como esta mañana, nuevamente estaba sentada sola, sin nadie que la acompañara.

Pocas veces me dan "ánimos" de salir de la oficina, siendo yo un adicto al trabajo me encanta quedarme horas y horas y horas... bueno es mentira, todo lo contrarió, pero cuando tengo la más mínima oportunidad me cuelo hasta mi amada ciudad.

De los lugares que más me gusta visitar, es obviamente, el parque de atracciones Mephisto, aunque una parte de la población me conoce, una gran parte no, simplemente ven el lugar como un buen sitió para divertirse. Mientras que yo veo en ese parque de atracciones la culminación de un juego en el que yo perdí y... una niña ganó.

Había prometido hacerle un parque de diversiones, y lo cumplí, aunque también debía admitirlo, lo hice para mí.

Hoy llevaba una yukata color azul con pequeñas nubes blancas. No estaba en servicio y quería pasar desapercibido. Mi juego favorito la montaña rusa y las tazas giratorias. Fui el primero en la fila en uno y después en el otro y ahora estaba sentado en la banquita cercana al juego de las tazas comiendo algodón de azúcar. Llevaba ya como tres horas comiendo mis golosinas. Había mucha gente, los niños se volvían locos mientras los padres parecían fastidiados... ¿Qué no fue su Dios el que dijo "diviértanse como niños para tener vida eterna"?. Pero algo llamo mi atención, una niña.

Era la tercera o cuarta vez que la veía subirse al mismo juego. Antes de que tocará en la fila me acerqué al dependiente que atendía el juego y le hice la observación, obviamente él me conocía. Y él preguntó a la niña porqué su obsesión por el juego. Ella era muda al parecer. Yo estaba "desapercibidamente" atrás de ambos y pude leer que le gustaba mucho aquella atracción.

Me di curiosidad, estaba sola, desde que había llegado al parque, bueno desde que subió al juego. Yo también estaba solo. Y como buen demonio curioso que soy.

- Ohayo... Disculpa... ¿Podría subir aquí? Es que los demás lugares estan ocupados... -señale con un tono ligeramente "amable" mientras que le ofrecía una sonrisa gentil.

A pesar del bullicio de las personas que tomaban sus asientos en las tazas giratorias, Mia era capaz de escuchar el sonido metálico que producían sus pasos al caminar por la superficie de la atracción. La última taza estaba sola, como le agradaba, y la joven procedió a tomar asiento en el interior. Con una sonrisa satisfecha, la pelirosa se sentó con cuidado de no arrugar la parte inferior de su vestido de encaje veraniego, e incluso tuvo el cuidado de extenderlo, recuerdo de cuando su madre solía arreglarla en los asientos para que se viera más coqueta.

El timón circular que se encontraba en el centro de la taza era de un color verde limón bastante intenso, una tonalidad que la niña consideraba lindo. Extendió sus manos y las colocó alrededor de la circunferencia, para luego comenzar a ejercer un poco de fuerza sobre él. Estaba un poquito rígido, pero aún así podía hacer girar la taza. Para distraerse mientras la atracción se ponía en marcha, Mia hizo girar la taza en su propio eje un par de veces, aunque teniendo el cuidado de no marearse antes de tiempo.

Un saludo la distrajo de su pueril entretenimiento. Aunque no le gustaba hablar, todavía no era capaz de controlar la reacción de responder al menos con un ruido que había escuchado que se dirigían a ella. -¿Mmm?- Fue leve, pero igual fue un sonido. La chica también levantó la mirada automáticamente para luego abrir los ojos y desviar su visión casi de inmediato. Con timidez, Mia asintió para dejarle saber que el espacio estaba disponible, sin embargo estaba tensa y se vería muy mal si en ese momento escogiera para tratar de marcharse. La pelirosa espero a que subiera a la taza para ella misma sacar la pequeña pizarra y garabatear un mensaje. Luego de escribir algo rápidamente, volteó para que pudiera leer lo que le había puesto, colocándolo de forma que la pizarrita ocultara la parte inferior de su rostro y sólo fueran visibles sus ojos que lo miraban con algo de temor.

Ohayo gozaimasu~ （⌒▽⌒）

Miré con interés los ojos de la niña, no necesitaba leer lo que había escrito pues con el sonido que el gis marcaba sobre la superficie de la pizarra podía descifrar las letras utilizadas, una técnica que había desarrollado con el tiempo.

- Ohayo, querida... -canturrié con una sonrisa y saqué una paleta de limón de una manga de la yukata azul que llevaba-. ¿Paleta? -ofrecí sonriendo aún.

- A mí también me gusta mucho este juego -confesé mientras me recargaba del respaldo del pequeño asiento metálico-. Te he visto que te has subido más de una vez... -la miré a soslayo y continué-. Cuando yo era más joven en el lugar donde vivía no había esta clase de juegos pero cuando... bueno cuando conocí este juego cada vez que podía me subía -comencé a girar el manubrio de la atracción- una y otra y otra y otra vez... -giramos con cierta velocidad mientras que extendía mis brazos y sentía como el aire suavemente nos envolvía.

Pero no tardó en que la atracción fuera activada y así las tazas comenzaron a girar, como una verdadera taza a la hora del té... la agitas, la agitas y la bebes. Giré lentamente a su vez la circunferencia dando cierto toque de emoción al juego, era divertido después de todo, hoy no tenía ganas de fastidiar a nadie, mucho menos de que me fastidiaran.