Cupcakes Drama ♥ (Libre)

Esa tarde Reika se había quedado ayudando a algunos maestros a organizar algunas cosas en el salón de profesores. El nuevo material gastable que se utilizaría durante el año escolar había llegado y los profesores debían de dividirlo entre ellos. También debían de poner orden entre los materiales que guardarían ellos en el salón como reservas y los que se llevarían a las aulas para su uso. No era una labor particularmente difícil, pero había llegado un gran inventario de materiales. Les tomó un par de horas terminar la labor.

-Muchas gracias, Tsukimiya.- Le había dicho una de las profesoras. Reika asintió con una ligera sonrisa en los labios. –Eso es todo, has sido de mucha ayuda… a ver, me resta…- La mujer echó un vistazo al salón de profesores para ver si le faltaba algo y luego revisó la hora en su reloj. –Debo de llevarle unos documentos al Director Pheles pero estoy un poco tarde para un compromiso…- Reika ladeó la cabeza. –Si quiere… yo puedo llevar los documentos, profesora.- La mujer le sonrió como si aquello fuera el favor más grande que la rubia pudiera hacerle. –Te lo agradecería mucho, Tsukimiya.-

La joven no tardó mucho en dirigirse a la oficina del director del colegio. En su trayecto se encontró se encontró con un pequeño enjambre de coal tars que emergieron de uno los tantos viejos conductos de aire. Los miró con un deje de molestia, recordando el ejercicio que les había puesto el profesor Watarigarasu en su clase la última vez. No fue hasta muy tarde que se dio cuenta de la presencia de dos pequeños estudiantes que cruzaron a su lado corriendo como si llevaran en llamas sus zapatos. Los niños iban con redes para atrapar mariposas y sus víctimas, al parecer, eran los coal tars que ahora comenzaban a alejarse de la escena.

Los pasos desenfrenados de los niños le sacaron un susto momentáneo. La rubia arrugó el entrecejo. -¡No deben de correr en los pasillos!- Intentó amonestarlos, pero ni siquiera se inmutaron. Los chiquillos se perdieron pasillo abajo. Suspirando, Reika llegó a la oficina del Director Pheles y tocó tres veces. –Buenas tardes, Director.- Dijo, anunciando su presencia antes de entreabrir la puerta para entrar.

Ein... zwein... Drie... y mantenía mis ojos en la puerta en espera del pobre individuo... sin embargo, baje la mirada a la desgracia de mis pastelillos y entre todo el caos y la destrucción, mis ojos brillaron, había uno con vida. Era morado con tonos azules y verdes. Me miraba o bueno me hubiera mirado con ojos de amor sí tuviera ojos. Había sobrevivido. Lo cogí entre mis manos lo contemplé, nuevamente empezaba a retirarle el papel envoltorio cuando...

Buenas tardes, Director.-

Y otra vez experimenté el vació de ver como la capa de pan multicolor caía en aquella depresión mortal. Los colores bailarin en mi rostro y las migajas de pan volaron sobre el escritorio mientras que alzaba lentamente el rostro para ver la puerta entre abierta. Tomé aire.

- Adelante... -susurré con una sonrisa más bien escalofriante mientras que tomaba mi bastón y lo movía susurrando la numeración conocida, un juego de té color rosa edición especial de Doremon, apareció... se servía por sí solo, para dos personas.

Cuando la tarea de las tazas hubo concluida dejé mi bastón y cruce las manos por enfrente de mí sobre el escritorio. Miré fijamente a la persona que iba a entrar, que resulto ser una estudiante. Sonreí con más intensidad.

- Hola... hola... sientate, llegas tarde para la hora del té -susurré mientras que tomaba mi taza y daba un sorbo. El residuo de los panquesitos había desaparecido, solo quedaba el azul, el último que había caído en batalla...

Si tenía que contar las ocasiones en que había tenido que ir a la dirección, Reika sólo recordaría la vez cuando se inscribió en el colegio y subió para que, junto con sus padres, conocieran al Director. La rubia recordaba un ambiente distinto en aquella ocasión, pues ahora se sentía como si hubiera hecho algo malo o hubiera entrado si permiso. La joven cerró la puerta detrás de sí, pero no se atrevió a moverse de su lugar. No negaría que se sentía un poco nerviosa. No fue sino hasta que el Director Pheles le indicó que pasara que Reika tomó algo de valor para avanzar.-Después de todo, tengo que entregarle estos papeles.- Se dijo a sí misma, respirando profundo mientras se daba valor.

No había notado hasta que estaba cerca del escritorio el juego de té color rosa con decoración de Doraemon. Forzó una media sonrisa ya que aquel sitio era el lugar que menos esperaba para encontrar un juego de té que estaba segura había usado junto con su hermana para jugar con sus muñecas cuando eran niñas. –Los maestros le envían esto. El inventario del material gastable.- Le explicó, pasándole el folder con los papeles que sostenía con ambas manos.

La invitación la tomó desprevenida. –Ah… yo.- Imaginaba que el director había preparado aquel refrigerio para la visita de la profesora, no para ella. –Pero si te está diciendo que tomes asiento significa que no importa mucho a quién estuviera esperando.- Pensó. Reika se mordisqueó el labio inferior, algo que hacia mientras pensaba, y luego procedió a aceptar la invitación. –Muchas gracias.- Respondió mientras tomaba asiento, asegurándose que la falda de su uniforme no se fuera a arrugar. -… Y perdón por la… eh, ¿tardanza?- Sí, se disculpó por eso aunque realmente no era su culpa. O al menos eso pensaba.

Reika no sabía dónde clavar la mirada, así que mejor la mantuvo fija en el juego de té y… en un curioso y pequeño manojo de algo color azul. Entornó un poco los ojos para examinarlo mejor y dar con lo que era. No tardó mucho en darse cuenta que era un cupcake desinflado. Lucía tan triste y patético, Reika se preguntaba por qué el director lo tendría en su escritorio.

–Los maestros le envían esto. El inventario del material gastable.-

Cogí los papeles de la chica me exentedia... sin mucha importancia los revise y después los tiré hacía atrás como si de cualquier basura se tratase, sin embargo, estos desaparecieron en una esponjosa nube color verde.

-Dime querida... ¿Cual es tu nombre? -dije en un tono encantador mientras que entrecruzaba mis dedos revestidos de morado y recargaba ahí mi mentón para verla mejor.- Dime... ¿Qué se siente ser la elegida para ir al Gehenna? -pregunté en un tono desidioso mientras que volvía a tomar mi taza de té.

Observé como veía mi cupcake deshecho sobre el escritorio y un tic nervioso apareció en mi ceja, del cual me recuperé de inmediato.

Regresé a mi asunto y acerqué con un suave movimiento de muñeca una de las taza rosadas a mi invitada "especial". Di otro sorbo a mi taza.

- Espero ya la profesora Tensaki te haya informado sobre el premio que ganaste por ser una alumna ejemplar y ayudar a tus profesores... -sonreí con malicia aún, y le dediqué una profunda mirada-. Espero y hayas tomado suficiente clases sobre rezos para exterminar demonios... sino es el caso... comenzaré a forrar la canasta de pésame para tu familia... -volví a reír mientras la tetera con el gato azul pintado a mano flotaba para servir más té a la taza que dejaba flotar también en el aire.

- Pero dime... ¿Qué se siente ser humano a ir al reino de Satanás? -no podía evitar que mi lado más oscuro saliera.

-Tsukimiya. Mi nombre es Reika Tsukimiya, señor director.- La rubio pensó que seria tonto que el director recordara aquella ocasión cuando había venido a inscribirse, después de todo, el hombre se reunía con todos los estudiantes antes de su ingreso (o así creía ella) y particularmente Reika no era una estudiante que tuviera que visitar la oficina del director regularmente, su comportamiento era intachable. Por eso la joven sintió que la siguiente pregunta era como si el director le hubiera arrancado de debajo de los pies la alfombra donde se encontraba parada. -¿Eh?- Había escuchado que el director Pheles tenía un sentido del humor un tanto extravagante, pero no había encontrado gracioso el chiste.

Sin embargo, independientemente de sus sentimientos, no sabía cómo responderle. ¿Debía reírse o quedarse callada? Por unos momentos se sintió aliviada cuando le acercó la taza de té y para distraerse decidió imitarlo y tomar un sorbo de la bebida. Tenía un delicioso sabor, lastima que no se sintiera con la tranquilidad necesaria para disfrutarlo.

-No, la profesora Tensaki no me informó nada de ningún premio.- Le dijo mientras meneaba ligeramente la cabeza. Aparte de sentirse un poco intimidada, a Reika no le gustaba que le vieran la cara. Pero se trataba del Director del colegio y antes se moriría si se le ocurriera faltarle al respeto. Luego agregó inmediatamente. –Y tampoco espero uno. ¿Por qué un premio si solamente hice un favor?- Quizás lo mejor que podía hacer era retirarse lo antes posible.

Pero el director volvió a arremeter con el tema, coronándolo con una insinuación acerca de su seguridad. Si aquello era una broma, definitivamente carecía de gracia. Su semblante se volvió serio y miraba fijamente al hombre que tenía enfrente. Con cuidado, sin que le temblaran las manos, Reika colocó la taza con la mayoría de su contenido ambarino todavía intacto sobre el escritorio. –A decir verdad… no lo sé.- Replicó con calma. La rubia apoyó su espalda completamente contra el respaldar del asiento y luego colocó ambas manos sobre su regazo, justo como lo indicaba la etiqueta. –Porque Satanás es el único que puede crear una puerta que me lleve a Gehenna. Quizás sorprendida de que elija llevarme a mi antes que a usted.- La joven se encogió de hombros. –Y no me puedo comparar, creo que usted saldría mejor parado de Gehenna que yo, con todo que es un Exorcista consagrado… pero creo que mi habilidad en Aria no está tan mal.- Reika quería imaginar que le estaban pintando un escenario hipotético dentro de una broma.

Y ésto es lo que encontraba al querer buscar venganza, definitivamente yo en lo particular no era un demonio de venganzas, no era como Amaimon, pero... es que esta niña para ser humana era demasiado sensata. Y así, sin saberlo había matado mis ánimos de arremeter mis furias contra ella... Había estudiado a la perfección las teorías literarias, ya que había hecho la broma sobre la puerta a más de un estudiante de primer año y estos sin duda caían, sin saber, obviamente, que solo el mismo Satán podía crear dicho portal.

Una vez servido mi té por la tetera, di otro sorbo. Cerré los ojos y bajé el rostro disfrutando de la dulce infusión en mi paladar, sin alzar la cara abrí los parpados. El aire entorno a mí se volvió ligeramente sombrío, y una escabrosa sonrisa apareció en mi rostro.

- Entonces... Reika-chan -susurré sin despegar mis labios de la taza-. Tú nombre es significa "Pétalo bello" -bajé la taza sobre el escritorio y mi tono seguía siendo oscuro-. Es japones evidentemente... después de todo fue muy bien seleccionado -me puse en pie y caminé hacia ella.

- Eres demasiado lista -elogié sin cambiar el semblante y me crucé de brazos-. Sabes, me gusta mucho la gente lista, y también me gustan los juegos... ¿Te interesa jugar un juego conmigo? -mis labios se curvaron en una sonrisa aún más amplía mientras que mis orbes se clavaban en las de ella.

El director guardó silencio para tomar otro sorbo de la infusión, y por eso la rubia sintió que salió airosa de aquel curioso intercambio. Pero la sensación de victoria no duró mucho tiempo. El director comentó acerca de su nombre, incluso le hizo un pequeño cumplido, pero no tenía con qué contestarle así que asintió. –Gracias, mi madre fue quien escogió mi nombre.- Pensó que sería demasiado comentarle que también tenía que ver con la extraña forma de flor rosada que tenía como pupila. Aunque si el director se fijaba bien, entonces sería algo muy obvio.

-Hago lo que puedo.- Respondió la chica, abogando a la modestia luego de que le dijera que era lista. Aunque igual se sentía bien que el director le reconociera de esa forma. –Si no demuestro mi valía entonces no tendría motivos para estar en la Academia, ¿no lo cree así, director Pheles?- Ahora era un buen momento para retirarse, aunque todavía no se había terminado su té. ¿Le molestaría eso al director? En lo que se debatía internamente, el hombre continuó hablando, o más echando su anzuelo.

Las manos que descansaban sobre su regazo se cerraron para convertirse en puños que arrugaban la tela de la falda de su uniforme. -¿Jugar un juego?- Aquello sonaba tan extraño viniendo del director Pheles, pero Reika no podía negar que se sentía un poco intrigada al respecto. Una vocecilla en su cabeza le advertía que se estaba dejando engatusar por aquel individuo y que simplemente la pondría en una posición similar a la anterior. La estaba tentando y ella, si no reaccionaba acorde, caería en alguna artimaña. –Pero él dijo que era lista.- La rubia le respondió mentalmente a la vocecilla de su cabeza. –Puedo superarlo, sé que puedo.-

La postura de la chica se volvió aún más recta y tensa, pero no por los nervios. No, Reika demostraba una actitud expectante e interesada, la curiosidad (¿y por qué no? Su ego también) pudo más que ella. –Sería todo un honor, me encantaría señor director.- Expresó la rubia con una sonrisa plasmada en sus labios.

-¿Jugar un juego?-

Afirmé y sonreí, alcancé el té de la alumna y se lo entregué en las manos. Mientras que percibía un poco de vanidad en ella, ¡Era tan humana! y lo peor es que lo publicaba en esos preciosos ojos. Era la parte que más me gustaba de todos los humanos, en general las mujeres, los ojos y el cabello. Lastima que era rubia, me liaban un poco las rubias, en cambio las morenas... con ellas eran otra cosa.

Pero mi divagación termino justo en el instante en que ella habló:

Sería todo un honor, me encantaría señor director

¡Iank! Error. Caminé en tres zancadas -elegantes- hasta el armario que había en mi oficina, saque una llave de color rosada y la
introduje en la herradura. La giré y abrí la puerta de golpe, un sonido como de miles de pedacitos de metal chocando entre sí resonó por toda la oficina. Y ante mis ojos, miles y miles de llaves se vieron. Entrecerré y abrí los ojos, cogí una. Y cerré la puerta. Jugué con el cordón de la llave dándole vueltas entorno a mi dedo mientras caminaba ha mi escritorio.

Me posicioné en mi asiento y tiré la llave al aire, cuando esta cayó al escritorio coloqué mi palma en un fuerte golpe sobre ésta, cubriendola por completo. Miré a Reika con interes.

- Sabes... jamás debes aceptar nada sin escuchar que es... ni siquiera sí es tu director el que te ofrece ese "algo" desconocido -me recargué en el respaldo de mi asiento y me crucé de piernas.

- Lo que ves ahí... - señalé las migajas azules-.Es un cupcake especial, se llamá "Happy Rainbow", lo fabrican una vez al año sobre pedido en la cafeteria de la escuela por un "familiar", este familiar vive actualmente con los hermanos Okumura, lo especial de estos cupcakes es que saben a gloria y que en la menor perturbación se desinflan... -susurré viendo a mi desgraciado pan-. Mi apuesta es la siguiente... lo que tengo debajo de la palma de mi mano es una llave que conecta directa a tu casa... es decir, con ésto tendrías todo el poder de ir y venir desde la escuela hasta tu hogar... con tus padres, tenemos llave de la casa de todos los alumnos en caso de que haya una emergencia... -se la mostré, era una llave compun y corriente con una cadena de corazones colgando-. Sí tú, me traes la receta y haces una orden completa a la perfección de estos especiales Cupcakes, la llave será tuya... -reí y tiré nuevamente la llave al aire-. Pero sí fallas...

Cogí la llave cuando pasaba frente a mis ojos.

- Serás mi asistente personal lo que duré tu estadía en la academia... -iba a sugerir algo más trágico, pero para un adolescente y más para un humano, no había destino más trágico que ser el subordinado de un demonio... je... y más sí era MI subordinado.

Recargué mi cabeza en lo acojinado de la silla detrás de mí.

- ¿Cerramos el trato? -mascullé con sorna observándola, de cualquiera de las dos formas iba a obtener mis panquesillos.

Lo siguió con la mirada cuando el director se acercó al armario a rebuscar sólo Dios sabía qué. Lo que sea que estuviera en el interior no fue tratado con delicadeza porque la chica escuchó un fuerte tintineo metálico. A pesar de que el armario estaba lleno de algo el hombre no tardó mucho en encontrar lo que estaba buscando. Cuando se disponía a regresar Reika pudo distinguir que jugaba con el cordón de una llave. Sus ojos seguían cada uno de sus movimientos, expectantes de la tarea que le iba a asignar. Mephisto dejó caer la llave sobre el escritorio y luego, con un fuerte golpe, la presionó con su mano. El fuerte sonido que se produjo la sobresaltó un poco, el director de la academia era demasiado excéntrico con sus bromas.

Las palabras del hombre la hicieron enarcar una ceja. Tal vez estaba demasiado envalentonada, pero no se le ocurría nada negativo que le fuera a suceder si no era capaz de completar la famosa misión. Claro que sabía que el mundo estaba, hipotéticamente, lleno de personas cuyas acciones podían poner en riesgo a los demás. Pero cuando se veía el gran panorama, a menos que Reika desapareciera de la faz de la tierra, cualquier cosa mala que le pudiera hacer el director podría regresar a morderle el trasero. Así funcionaba el karma, y los dioses eran espectacularmente buenos y puntuales a la hora de cobrarlo. –Ajá…-

La respuesta al misterio del pastelillo desinflado al fin fue dada. Le pareció muy curioso que aquel postre fuera tan delicado; que problemático que el ruido más ligero pudiera arruinar algo que se veía tomaba cierta dificultad en preparar. –Oh…- Y de dio cuenta. La rubia primero miró el pastelillo desinflado, luego al rostro del director y después al pastelillo de nuevo. –Oh no, no me diga que fue mi culpa.- Reika respiró hondo y se cubrió el rostro con la mano. Eso le pasaba por querer hacer favores a diestras y siniestras. ¿Y ruido? Pero que pastelillo tan antojado.

-¿Tengo que ir donde residen los Okumura para encontrar el familiar? ¿Dónde vive mi profesor de Farmacología?- Decirlo sonaba fácil, pero como siempre realizarlo era el problema. La receta le pertenecía a un familiar, un familiar que le gustaba la cocina para ser más exactos, y debía conseguirla. –Usted sabe que a los cocineros no les gustar revelar los secretos de sus recetas, ¿verdad? El familiar la protegerá y no creo que me la entregue.- Era complicado, bastante complicado. Para comenzar, ¿cómo se aparecería en la residencia de los hermanos para esa misión? ¿Tendría que mentirles? ¿Y luego qué? Era un dilema. Lo peor de todo es que el premio era tan… si tuviera esa llave podría visitar a su hermana todos los días. E incluso podría traerla al menos los fines de semana para llevarla de paseo por los alrededores de la academia.

-Tengo muchas cosas en mi contra.- Musitó. Lo de ser su asistente era la cereza que coronaba el helado. De sólo pensarlo podía vislumbrar que estaría siempre correteando de un lado para otro en tareas tan inconvencionales como esa. Suspiró de nuevo. –Pero lo acepto. La peor guerra es la que no se lucha, ¿no es cierto?- Una expresión determinada se dibujó en el rostro de Reika. Si quería lograrlos tenía que ponerse manos a la obra. Colocó ambas manos en los soportes laterales de la silla para impulsarse y ponerse de pie, pero a mitad de trayecto se detuvo.

-…¿Dónde viven los hermanos Okumura?- E inmediatamente después agregó. -¿Y cuál es el nombre del familiar que tiene la receta?-

Sonreí con un pedazo de sorna y otra de sarcasmo, es que esta niña era perfecta para aquel trabajo, tenía una tenacidad que seguro la iba a envolver en toda clase de aprietos que por supuesto, yo iba a documentar en mi perfecta memoria.

Era una pena que no cubriera con el requisito de ser morena para que entrara dentro de mis canon de chicas predilectas, y ya me preguntaba que método iba a utilizar para poder extraer la información de mi familiar. Aunque... lo curioso es que no me había preguntado siquiera como se llamaba o la ubicación de él, pero tras unos segundos ella regresó su mirada y yo tomaba mi tercera taza de té.

-…¿Dónde viven los hermanos Okumura?- E inmediatamente después agregó. -¿Y cuál es el nombre del familiar que tiene la receta?-

- Sólo porque me agradas te diré que mi familiar se llama Ukobach... -bajé el rostro a mi infusión mientras que la movía-. Y los hermanos Okumura son los únicos que viven en el dormitorio para hombres de la academia... sin embargo... -llamé su atención antes de que saliera por pierna y di un sorbo de forma relajada a mi té-, ellos aún no saben que éste familiar mío los esta auxiliando con sus alimentos y no queremos alarmarlos...

La primer traba se le presentaba en infiltrarse hasta el hogar de esos dos y la segunda era acercarse a mi familiar.

- Te haré un favor y te daré estos dangos... -abrí mi cajón y de ahí extraje una humeante orden de bolitas de pan-. Ukobach adora los dangos... será el primer acercamiento... pero como tú dices, los chef son muy celosos con sus recetas y recuerda que estos cupcake son especialmente únicos y se hacen solo una vez en cierta temporada del año... la temporada termina... -miré mi reloj de pulso de Pokemon-. Oh que desgracia termina mañana... justamente dentro de 24 horas... yo que tú... me apresuraba... .-entrelacé mis dedos sonriendole- Pero por favor, termina tu té, es de mala educación dejar un té a medias... -canturrie de forma burlona.


Off: Tienes las dos opciones, en "ganar" la apuesta y llevarte la llave, o perder la apuesta y ser la "asistente" de Mephisto, aunque igual te va a dar la llave porque le caíste bien xD

La chica arrugó el entrecejo y dejó escapar un bufido de impaciencia. No quería faltarle al respeto al Director, pero... se lo estaba poniendo difícil. Su paciencia estaba siento puesta a prueba. Reika permaneció en silencio y con un semblante sumamente serio. Vio el paquete de los dangos favoritos del familiar que el director le ofrecía para "ayudarla en aquella misión", escuchó la información acerca de la temporada de los panecillos y de como la misma terminaba en poco tiempo. Aquello habría hecho que cualquiera pisara el acelerador, pero...

Pero...

-¿Me está tomando el pelo?- Se sentía indignada. Tenía ganas de gritar, hacer un rabieta y arrojarle los dangos a la cara. Sin embargo su tono de voz apenas de elevaba, aunque si sonaba fuerte y severo. Reika se cruzó de brazos y se dejó caer pesadamente sobre el asiento de la oficina. -¿Es su familiar? Disculpe señor Director, pero con todo respeto... si es su familiar, puede pedirle que le prepare los panecillos. Todos los que quiera. No hay necesidad de que vaya a esta "misión".- Pocas veces se dejaba descontrolar, pero ya era muy tarde para recuperar la paciencia que había perdido en el proceso. -Además, me pondré de parte del familiar. Si sólo pueden ser preparados en una época especial, no hay por qué quitarle la receta que tan celosamente guarda. Por algo no se la entrega... ¿acaso le sacará algún beneficio monetario en la cafetería de la escuela?-

La rubia lo miró fijamente por unos segundos antes de dejar escapar un suspiro. -Me retracto. No lo haré.- Y luego agregó, resignada. -Por lo tanto seré su nueva asistente.-

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